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jueves, 25 de junio de 2009

Evangelio según San Mateo, capítulo 7, versículos 21 al 29 (Mt. 7,21-29)

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No todo el que me diga: “¡Señor, Señor!”, entrará en el Reino de los cielos, sino el que cumpla la voluntad de mi Padre, que está en los cielos. Aquel día muchos me dirán: “¡Señor, Señor!”, ¿no hemos hablado y arrojado demonios en tu nombre y no hemos hecho, en tu nombre, muchos milagros?”
Entonces yo les diré en su cara: “¡Nunca los he conocido. Aléjense de mí, ustedes, los que han hecho el mal!”.
El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica, se parece a un hombre imprudente, que edificó su casa sobre arena. Vino la lluvia, bajaron las crecientes, se desataron los vientos, dieron contra aquella casa y la arrasaron completamente».
Cuando Jesús terminó de hablar, la gente quedó asombrada de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas.

PALABRA DEL SEÑOR

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