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martes, 20 de diciembre de 2011

CUENTO TRISTE DE NAVIDAD




Beatriz Cobo Rossell
Adviento 2011




Adviento trata de despedirse sin querer hacerlo, impide que la última de las velas se consuma. No quiere ver cómo se festeja en Nacimiento del hijo de Dios, que durante cuatro Domingos ha anunciado.  Adviento se pregunta cada semana dónde están aquellos que llenan las iglesias en otra época, que presumen de Virgen o de Cristo y que en Navidad no aparecen.  Por eso no quiere celebrar la fiesta de la Navidad, pues Jesús no merece nacer solo, como lo hizo hace dos milenios en la humildad de un frío pesebre.

Adviento se niega a apagar la última vela hasta que no vea que los corazones de los Hijos de Dios amolden su vida al mensaje que Él nos envió. ¿Por qué cuando muere está tan acompañado y cuando nace, la máxima expresión de alegría, apenas van a verle una veintena de amigos?  ¿Por qué ponemos un nacimiento en nuestra casa si luego le damos la espalda con nuestra actitud? Lamentablemente, en Navidad también nos encomendamos a lo estético y nos olvidamos del verdadero sentido, nos olvidamos de que nació para salvarnos.

Adviento se pregunta por qué nos gastamos lo que no tenemos en regalos. ¿Qué sentido tiene? ¿Regalar por regalar? O tal vez sea una muestra de generosidad hacia tu hermano, el sentido primigenio del origen  de esos presentes. Adviento se ha enfadado y nos va a llevar la Navidad, total, según él dice, a algunos les va a dar igual, pues van a seguir celebrando algo sin saber por qué lo hacen.

Adviento nos prepara para que recibamos a Jesús con alegría sincera, en el verdadero espíritu de la Fe. El Adviento es como la Cuaresma, vivámoslo igual.  Para poder llorar la muerte hemos de felicitar el nacimiento. Que así sea.

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