Varios días de intenso trabajo que terminaban en la noche del pasado sábado, mediante la subida de Nuestra Señora de la Amargura al camarín principal del templo. En la más plena intimidad, la Virgen fue postrada en el presbiterio desde donde recibió varias oraciones dirigidas por su Camarera Perpetua, Mari Carmen Arteaga. Tras una emotiva Salve Amargura, la mayordomía procedió al ascenso de la imagen al camarín.
Nuestra Señora de la Soledad, por su parte, estrena una saya sobre terciopelo morado, realizada con la técnica de aplicacion de tisú, obra del Taller de Bordados de Oro Fino de la Hermandad. Para ella se han empleado piezas de un antiguo estandarte de la Corporación, restaurándose todas ellas y añadiéndose algunas nuevas. Estrena también puñetas de encaje de bolillos antiguos.
Durante la mañana del pasado Domingo se volvían a abrir las puertas para dar a conocer el resultado final y permitir, nuevamente, que todos los devotos pudiesen acudir a rezar. Un notable gentío acudió a la Iglesia de calle Mesones, llevándose una grata sensación.
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