Tan solo un mes nos separa del inicio de Cuaresma. Un mes y comenzaremos a escribir el prólogo de la Semana en la que la persona más importante de la historia llega, muere y resucita.Ese miércoles pondrá punto y final a un año de espera, de nervisismo, de preparativos. Finaliza una etapa y comienza otra, como todo en la vida. La Cuaresma nos llevará a protagonizar un cambio en nuestros sentidos:por un lado, la vista percibe imágenes en Via Crucis, el oído se acopla a los sones desgarrados de una corneta; el gusto comienza a paladear el dulce sabor de las torrijas de la abuela; el olfato se adapta al seco olor del incieso que sale de las iglesias; mientras que el tacto siente el terciopelo de un manto. Todo cambia, incluso nuestro sueños.
Las noches cuaresmales las protagoniza el azahar y un varal, el clavel y la cruz. Noches cortas y días largos en los que preparar todo para evitar que la improvisación se haga presente.
La Cuaresma es tiempo de recogimiento, de oración, de intensidad. Hemos de tener siempre el ejemplo de Cristo en su retirada al desierto ¿Acaso no nos vendría bien un período de reflexión? ¿Un rato para pensar y rezar? Eso es Cuaresma.Si preparamos bien este tiempo de expectación, nuestra Semana Santa será más intensa.
BEATRIZ COBO ROSSELL
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