Beatriz Cobo
Rossell
Consiliaria de
Formación
El año litúrgico está agotando
sus últimas horas. Queda una semana para iniciar el tiempo de espera que nos
conduce a la conmemoración del nacimiento del Señor, el tiempo de Adviento. Al
igual que el año litúrgico, otro año también se agota, el Año de la Fe.
Todos tenemos en la memoria al
Papa Emérito Benedicto XVI llamando a todos los católicos a profundizar en este
período en nuestra fe, a avivarla y afianzarla en Cristo. Es, pues, hora de reflexionar
si hemos aprovechado este tiempo y si han fructificado las enseñanzas y las
vivencias que hemos guardado en este curso.
Buscando por las redes, he
encontrado un artículo de don Adrián Sanabria, Vicario Episcopal para la Nueva
Evangelización de la Archidiócesis de Sevilla, a quien tuve la fortuna de
conocer en una de las conferencias a las que asistí el curso pasado sobre el
Credo en el Consejo de Hermandades y Cofradías de Sevilla. Me ha resultado
interesante compartir con vosotros el testimonio que nos relata de un cofrade
del municipio de la Campana. Espero que nos sirva para generar el debate
interno sobre la necesidad de la formación integral de los cofrades.
TESTIMONIAR LA FE (Adrián
Sanabria)
Mis queridos amigos, el
Año de la Fe va llegando a su fin, ha sido un año intenso para muchos, sé que
por desgracia en otras parroquias, por criterios varios, ha tenido menos
repercusión, pero lo importante es que de una u otra manera hemos intentado
redescubrir el inigualable don de la Fe y reflexionar sobre el compromiso que
conlleva el profesarla.
Esta semana la reflexión
no la escribiré yo, os presento una reflexión-testimonio de Miguel Ángel
Carmona, no es teólogo, ni escribe artículos , ni imparte conferencias de
espiritualidad, ni su nombre sale en los periódicos. Miguel Ángel es un
feligrés de la parroquia de Santa María la Blanca de La Campana. ¿Imagino
que os preguntaréis porqué os la propongo como reflexión, y además justo en la
semana que acaba el Año de la Fe?, la respuesta es fácil: Cada uno de vosotros
tenéis vuestra experiencia de Fe, vuestra experiencia de conversión y
seguimiento, vuestra experiencia de adentraros en el misterio de la Fe desde un
encuentro que os ha transformado. Cada uno de vosotros podríais contar lo que
el Señor ha ido haciendo con vosotros y cómo ha transformado vuestra vida.
Tenemos que contar al mundo, a cada hombre nuestra historia de amor con el
Señor, lo que el Señor ha hecho con nosotros. ¿ No os parece?, Valga un
precioso ejemplo:
“Hay muchos momentos
en la vida donde las personas tienen que exteriorizar sus sentimientos. Y
nunca mejor ocasión para hacerlo, que con un grupo de jóvenes dispuesto a
escuchar y a madurar con los relatos que hoy estamos escuchando.
Soy cofrade, simplemente
y llanamente cofrade. Así nací, me crié y he vivido, y con su ayuda, así
moriré.
Desgraciadamente de pequeño,
en mi casa, esto de la iglesia como que no venía mucho al caso.
Cuando todavía era un
adolescente, de apenas 14 años, me ofrecieron la oportunidad de ser costalero
del Cristo de Vera- Cruz; cosa que siempre anhelé por la gran admiración
que desde chico le tenía al hecho de ser costalero; una inquietud que nace
aquel buen día, en el que leyendo un libro, me llamó la atención un párrafo en
el que se describía lo siguiente: “un tal Simón de Cirene ,conocido
popularmente como el cirineo, ayudó a llevar la cruz a Jesús”… ¡Desde ese mismo
instante, brotó y nació en el corazón del hombre, la ilusión y el enorme
deseo de ser lo que llamamos COSTALEROS! La razón por la que crea, que a los
costaleros los busca y los elige DIOS; basta con una mirada de súplica suya… y
el hombre, lo deja todo y le sigue, llevándolo en sus hombros con un sentir:
hacerlo con amor y por amor.
Años más tarde, comencé una
nueva andadura como miembro de la junta de gobierno de dicha hermandad.
Este fue mi inicio en la iglesia, y el origen de una nueva relación con
personas que me transmitieron su fe.
Desde pequeño nos enseñan
que la fe era cumplir mandamientos, alcanzar objetivos, llevar adelante obligaciones…
y esto ha contribuido a que perdiera la parte efectiva y gozosa de
la fe, esa, que se convierte en un regalo, en un don, en una acción de
gracias... porque DIOS cuenta con nosotros, porque nos quiere, y porque por
encima de todo, quiere nuestra felicidad.
En ciertos momentos tengo
que aguantar a mis amigos con las bromas de siempre, cuando me dicen: el
capillita o el padre Miguel. Pero ¿sabéis lo que os digo, chavales? que
¡ojala!, hubiese experimentado esta fe desde el principio, por que vivir con
esta Virtud, es descubrir a DIOS como compañero de la vida, confiando en
que con su ayuda, las cosas pueden ser mejores, invitándonos a poner
nuestro empeño en ello. Es saber afrontar las dificultades, el dolor, las
frustraciones… con una esperanza y un ánimo muy grande, ya que JESÚS también
pasó por ello, haciéndonos partícipes de un sentido nuevo: el de la
RESURRECCIÓN.
Hace unos años nuestro
Párroco, en cierto modo, nos obligó a los miembros de las distintas juntas de
gobiernos a asistir a misa y formarnos en las catequesis. Personalmente,
yo en principio lo vi un absurdo; estábamos acostumbrados a
hacer lo que se nos viniera en gana. Con el paso de las semanas y los meses,
este pensamiento iba tomando un nuevo giro; de ser un absurdo pasaría a
ser algo placentero. Al participar de ellas, fui encontrando el sentido, y
descubrí la confusión que puede estar viviendo aquel miembro de una junta, que
vive su fe, independientemente de la vida de la iglesia.
Creo, que ese fue mi punto
de inflexión. Conforme ha ido pasando el tiempo, cada día se ha forjado en
mi el don de la fe. Estoy aprendiendo a querer al prójimo, a ser más
humilde, a ver que nadie es más que nadie, a saber que detrás de cada
injusticia y dolor puede haber esperanza… y para mí, ese es el milagro de DIOS.
Quiero recalcar, que gracias
a las hermandades, somos muchas las personas, que estamos viviendo esta
experiencia tan bonita.
Por eso digo a todos los que
os gusta la Semana Santa, que las imágenes están expuestas todo el año. Que no
sólo nos acordemos de ellas en ese tiempo concreto, que por estar ahí, siempre
nos pueden decir algo.
Todo esto me está ayudando
con una participación activa en mi junta de gobierno a que se vayan viendo las
cosas de manera distinta; que nuestro compromiso no se reduzca a la salida del
Jueves Santo, contribuyendo así desde mi persona, a la toma de conciencia del verdadero
sentido de lo que significa ser miembro de una hermandad.
Personalmente estoy viviendo
una experiencia muy bonita: estoy intentando vivir la fe. Pienso que sentirla,
es mirar al mundo con los ojos de DIOS; porque “respirar” con fe, es vivir
feliz y no desde la carga de la culpa, es recorrer la vida comprometido desde
la libertad y no desde la obligación.
Muchas veces, me he parado a
pensar y a reflexionar sobre mí. Me he dado cuenta, que hace 15 años no tenía
la menor idea de llegar a ese lugar al que estoy llegando; intento vivir el
presente y no el futuro, disfrutando de los momentos con mi familia que el día
a día me va ofreciendo. Cuando me levanto por las mañanas doy gracias a DIOS;
sólo con abrir los ojos, ya es un motivo para sonreír, prohibiendo en mí,
levantarme sin ilusión, vestirme sin esperanza, y querer caminar sin fe y sin
amor. En definitiva, le doy gracias a DIOS, por vivir AQUÍ Y AHORA.
He descubierto que debemos
aprender a aceptarnos como somos, y lo que somos, sin discriminar a nadie.
Hemos de mirarnos y juzgarnos, pero no realizar esto sobre los demás. Hemos de
DEJAR A UN LADO NUESTRO EGO. En definitiva tenemos que hacer realidad en
nuestra vida la letra de esta canción: “Tendré para con Dios, corazón de hijo,
para conmigo mismo corazón de juez, y para con el prójimo, corazón de madre”
(Fray Luis de Granada). Hemos de descubrir nuestra dimensión pecadora, y que
destruyendo al pecador, no se garantiza, el exterminio de ésta. TODOS TENEMOS
QUE CAMBIAR, Y DEJAR QUE EL SEÑOR, ESCRIBA EN NUESTRO CORAZÓN”.
1 comentario:
un artículo precioso!! me ha encantado, es lo más sensato que he escuchado en mucho tiempo.
Gracias. Mariola Lira
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