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Fotografía cedida por N.H. Manuel Matachana |
Con el paso de los días, la Hermandad de la Amargura va asentándose a paso firme en San Juan de Dios.
En los primero días, las imágenes de los distintos Titulares se acomodaron, de manera provisional, en los ditintos huecos libres que la Capilla ofrecía. Una vez confirmada la cesión del templo y con pleno acuerdo y cooperación con las Hermanas Mercedarias, como antiguas benefacotoras del inmueble, la Hermandad ha ido ubicando a sus Amatísimos Titulares en aquellos sitios donde por, mayoritario concenso, se ha decidido como sitios idóneos para facilitar el culto a Cristo y su Madre.
Por ello, el Santísimo Cristo Yacente aparece introducido en su urna ubicada en el muro derecho de la nave de la capilla. Justo encima, en la hornacina que se encontraba montada, se ha situado a Nuestra Señora de la Soledad.
Por su parte, el Santísimo Cristo de la Humildad y Paciencia ha sido instalado en el muro izquierdo junto a la escalinata de subida al altar mayor. Se sitúa sobre la mesa de altar del antiguo Convento de Santa Clara, escoltado por cuatro candeleros. Se completa el retablo del Santísimo Cristo con un dosel de terciopelo rojo.
La Reliquia Ex-Vestis de Santa Ángela de la Cruz se ha colocado en el presbiterio del altar mayor, debajo del sagrario, así como el cuadro que la Hermandad posee de la Santa se ha colgado a la izquierda del retablo mayor.
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Fotografía cedida por N.H. Manuel Matachana |
La reubicación se culmina con la subida de Nuestra Señora de la Amargura al camarín central del retablo mayor, desde donde, a partir de ahora, presidirá la Capilla de San Juan de Dios. La imagen presenta la saya de salida estrenada el Domingo de Ramos del pasado año, manto blanco y la diadema plateada que estrenara en la pasada Cuaresma, así como, el broche mercedario.
Los pocos privilegiados que han podido ver a la Reina de la Amargura en su nuevo retablo, durante estos dos días que ha estado abierta la Capilla, ratifican favorablemente la decisión, saliendo del templo con buen sabor de boca. Sin duda, todos los Titulares cuentan, nuevamente, con unos altares de culto dignos y que, a buen seguro, sabremos apreciarlo.