María es un signo anticipado: de limpieza, de belleza, de santidad, de perfección, de plenitud, de vida nueva, de victoria pascual. Es un anticipo del ideal humano, del proyecto que Dios había soñado para el hombre. Un modelo, por lo tanto, para cada persona, para cada creyente, para la Iglesia, para la humanidad.
Durante toda la historia, esos calificativos que confluyen en la pureza de María han estado relacionados con colores claros, como el blanco y el azul. Así lo podemos ver en las distintas obras pictóricas del pintor sevillano Bartolomé Esteban Murillo que representaban la Inmaculada Concepción de la Virgen. Y así también, lo podemos contemplar en nuestra Capilla, donde nuestras Hermanas Camareras y Carlos Rodríguez Sánchez han vuelto a dejar nota de su maestría.
Ambas imágenes de la Virgen han sido vestidas para la Inmaculada en tonos
blanquecinos y azules, festejando así este evento
tan importante, que este año cumple 155 años desde que el Papa
Pio IX proclamara el citado dogma en la bula
Ineffabilis Deus.
En concreto,
María Santísima de la Soledad luce una
saya de seda en
colo
r
beige bordada con el mismo material y en el mismo color, siendo su cintura ceñida con una cotilla con bordados de aplicación. Su pálido rostro queda enmarcado con un rostrillo de
tul bordado. A su vez, toda Ella queda cubierta por un
manto de terciopelo de color azul
francia con encajes de plata y quedando tocada por su diadema procesional. Como joyas porta su puñal de oro, un juego de estrellas y el broche con la advocación de la Santísima Virgen, además, de la condecoración militar de solapa adjunta a la perteneciente a Nuestra Señora de la Amargura. En sus manos podemos apreciar un rosario en plata de ley.
Por su parte,
Nuestra Señora de la Amargura porta una saya
confeccionada en seda natural de color hueso,

bordada con canutillos de plata y perlas. Como novedad,
estrena una nueva cotilla o cíngulo confeccionado a partir de piezas de canutillos de plata, pertenecientes a la primera saya que se conserva en nuestra Hermandad datada en el siglo
XVIII. Dicha obra ha sido restaurada y pasada al nuevo soporte por nuestros hermanos y miembros de Junta Manuel
Matachana y
Darío Rodríguez, estando la dirección del proyecto en las manos de nuestro también hermano, Carlos
Rodríguez. En el proceso de elaboración se han usado hilos de oro fino briscado quedando un resultado
extremadamente bello. El rostrillo de la Señora de la Amargura está
confeccionado con encaje de
blonda y
valencié. El manto que luce está elaborado en seda celeste
brocado en oro y queda tocada por una toca lisa en hilo de oro de torzal y la corona de camarín. Podemos contemplar también las distintas joyas que luce, como un broche de oro y perlas, una cruz de aguas marinas montadas sobre oro, y la
condecoración militar con distintivo blanco, concedido a nuestro hermano Miguel Matachana por su majestad el Rey D. Juan Carlos I de Borbón y Borbón. El rosario que lleva en su mano es de plata y nácar.
Con la descripción anterior he intentado que los lectores que residan fuera de Constantina puedan imaginarse, como yo, cuál es el estado actual de nuestras queridas Titulares. Y espero que sirva para que los que la tienen tan cerca puedan disfrutar de su compañía y rezarle unos minutitos, puesto que la Hermandad no sólo vive en Semana Santa.
Ya sólo me queda felicitar en nombre del Grupo Joven a las Hermanas Camareras, a Carlos Rodríguez y a todos los que han intervenido en este proceso. Nunca me cansaréde alabaros.
"Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea, en tan graciosa belleza. A Ti celestial princesa, Virgen Sagrada María, te ofrezco en este día, alma vida y corazón. Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía. Amén."