CARTA A LOS JÓVENES

Constantina, 13 de septiembre de 2009

Queridos compañeros:

GRACIAS. Empiezo esta carta como empecé la tarde del tres de abril de este año. Dándoos las gracias. Gracias por todo lo que hemos conseguido juntos en este tiempo. Gracias por seguir juntos quienes debemos estarlo. Gracias por no decaer ante la adversidad. Gracias por luchar por Ellos. Gracias en definitiva por ser parte de los Jóvenes de la Humildad y Paciencia.

Poco es el esfuerzo que cuesta agradecer y mucha la satisfacción al practicar esta sencilla acción. Y es que no es otra cosa que el agradecimiento y el orgullo lo que se puede sentir al pertenecer a este maravilloso Grupo de Jóvenes que, unidos, demuestran lo que valen en cada uno de sus movimientos. Juntos formamos un equipo incorruptible en el que capitanea el esfuerzo para dar cuerpo a nuestros proyectos, nacidos de alguna pequeña pensamiento, pero llegando a ser grandes ideas.

En compañía somos únicos, logrando lo que nos proponemos, aunque sea con algún que otro sofocón, pues no todo es un camino de rosas, sino que, como bien sabemos, de vez en cuando es necesario encontrarnos con una espina clavada en el talón para darnos cuenta de quienes somos realmente. Es preciso subir por el Monte Calvario de los disgustos para contemplar desde allí lo bueno que se nos ha perdido y volver así a recuperarlo.

Pero, ¿por qué somos Jóvenes Cofrades? Y sobre todo ¿por qué de esta Hermandad? Pues realmente quizá no podamos dar una respuesta unitaria a estas preguntas, pero seguro que en el fondo, todas coinciden. Somos Jóvenes del Cristo Yacente por cinco Titulares que nos cautivaron, cuando una vez, de pequeños, o de mayores, nos acercamos a Ellos a rezarles. Tenemos la oportunidad de poder rezar a dos imágenes del Señor y a dos imágenes de su Madre, una para cada momento de nuestra vida. Si nos sentimos tristes, acudimos al regazo de Amargura, quien nos consuela, aún con ojos enrojecidos, con su mirada cuajada en lágrimas; en momentos de desesperanza, es la mano tendida de Nuestro Cristo de la Humildad y Paciencia quien recibe nuestros desvelos. En los peores momentos, cuando alguien se agarra de la mano de Dios para subir al Cielo, el pensamiento se nos va a Nuestro Padre ya fallecido, Nuestros Yacente. Si es Soledad lo que te invade, recuerdas el sereno rostro de dolor de aquella Amargura de rostro paíldo a la que rezaban nuestros abuelos en el Colegio de las Hermanas. Y todo ello siempre bajo la toca grácil de Santa Ángela, quien nos enseña que con la caridad y el Amor a Dios, todo se puede.

Todo este sentimiento se hace patente y presente entre nosotros, olvidando la parte más amarga y dejándonos llevar por el espíritu, que yo siempre reivindico, de la noche del 13 de septiembre de 2007, cuando ¡qué casualidad! trece personas, embargadas por la timidez propia de la primera vez, nos reunimos en los salones parroquiales. De aquellos, hoy estamos menos, pues algunos decidieron que lo mejor para ellos era desgajarse del Grupo, pero, espero, que no de su Hermandad. Sin embargo, pronto empezamos a crecer en cantidad y en calidad, con la llegada de nuevos integrantes, que con su tesón, se han convertido, hoy ya, en pieza imprescindible. Y esta es otra razón más para ser Jóvenes de Santa Ángela.

Desde el mayor, José Carlos, hasta el más pequeño, Alejandro, todos nos hemos convertido en una pequeña familia con sede en Izquierdos 7, que, con sus avenencias y desavenencias lógicas, hemos logrado lo que queríamos. Luchar por Ellos cinco. Siempre hemos vivido en un clima agradable, entre risas de Javi y Raúl, de José Carlos y Pepe, con las ocurrencias de Antonio Jesús, el cariño de Mariola, las gracias de María Elena, el esfuerzo de Mari Carmen, Lourdes, Irene, y ahora también Diana, los comentarios con chispa de Rocío, las letras de quien suscribe, y la comprensión y responsabilidad de Andrés Manuel. Todo ello, siempre supervisado primero por José Manuel, y ahora por nuestra Rocío Vicente.

Sirva esta humilde carta como homenaje a todos los Jóvenes de la Soledad, a quienes hoy estamos y a quienes alguna vez estuvieron dentro trabajando hombro con hombro a nuestro lado, y a quienes nos precedieron en la andadura y que hoy forman o han formado parte de la Junta de Gobierno de nuestra Hermandad. Porque no hay nada más maravilloso que servir a Cristo, a la Virgen Madre y a Santa Ángela de la Cruz dentro de los JÓVENES COFRADES DE LA AMARGURA.


BEATRIZ COBO ROSSELL