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Bienvenidos al Blog Oficial de la Real Hermandad y Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Humildad y Paciencia, Nuestra Señora de la Amargura, Santo Entierro, Soledad y Santa Ángela de la Cruz de la ciudad de Constantina, con sede en la calle Izquieros y establecida canónicamente desde el 30 de abril de 2011 en la Iglesia de San Juan de Dios.

Este Blog fue creado, en su origen, para transmitir las actividades del anterior Grupo Joven y sirviese de punto de encuentro y unión para todos los jóvenes de nuestra Corporación. No obstante, vuestro continuo seguimiento y la gran aceptación que ha sabido alcanzar, han hecho que evolucionara en sí mismo y sea ahora el centro de transmisión por excelencia del día a día de esta nuestra gran Hermandad.

Salve a Nuestra Señora de la Amargura

domingo, 23 de diciembre de 2012

TE ESTÁ ESPERANDO


Beatriz Cobo Rossell

¿Has pensado alguna vez que alguien te está esperando? La rapidez con la que se tiñen los días y
la celeridad de nuestro tiempo tal vez nos impida reparar en la necesidad de pensar en los demás.
¿Tu hermano quiere pasar una tarde contigo y tú estás ocupado? ¿Tu madre necesita hablar con
alguien y tú estás trabajando? ¿Y ese vecino que tiene preparado el saludo todos los días en la
escalera y tú le ignoras porque no llegas a tiempo? Nuestra vida es un suceder de desplantes, uno
detrás de otro. Lo hacemos sin querer, sin intención, llevados por la premura del tiempo que se
ajusta a nuestros talones como grilletes que cortan nuestra libertad. Lo cierto es que te apetece pasar
el tiempo con tu hermano, escuchar a tu madre y saludar un ratín a tu vecino, pero crees que no
puedes.

Lo mismo le ocurre a Jesucristo. Él también te espera. Todos los días se presenta ante ti para que
acudas a hablarle a su casa. Entiende que el trabajo, los estudios y, en definitiva, la rutina, te
aprisionan. Por eso te invita el Domingo a la Sagrada Eucaristía. Allí se presenta con una mayor
solemnidad, quiere darte lo mejor que tiene. Aún así, sigues sin poder ir. El fin de semana es para
descansar y los domingos da mucha pereza salir de las sábanas para acudir a nuestra parroquia. A
pesar del desplante, Él te sigue esperando. Te ofrece otras solemnidades: misas de hermandad,
cultos extraordinarios, días de precepto. Y sigues desoyendo su invitación. Una persona normal que
te invita a todas horas y tú desprecias su llamada acaba por ignorarte. Sin embargo, el corazón de
Dios está tan repleto de Amor que sigue llamándote a su convite.

En pocos días celebraremos la Navidad, la Natividad del Nuestro Señor Jesucristo. Las familias
se reúnen en la Nochebuena para cenar juntos. Pero, ¿qué están celebrando? Muchos no lo saben.
Creen que es una tradición desprovista de carácter religioso que hay que seguir manteniendo porque
“todo el mundo lo hace”. Invierten tiempo y dinero en preparar grandes comidas, alimentos caros
para agasajar a sus invitados, decoraciones navideñas cuasi estridentes y, en muchas ocasiones, se
visten con el disfraz de la hipocresía puesto que no soportan al comensal que les ha tocado en la
silla vecina. ¿Compensa? ¿No te gustaría pasar esa noche con la personas que quieres sin necesidad
de pasar un mal rato y llegar a la cena cansado de tanto cocinar y preparar el festín? Esa noche sólo
tiene un sentido, por muchos que otros pretendan decir que festejan la llegada del invierno o el fin
del año. ¿La llegada de una estación es tan importante? ¿En serio?

Jesús nos está esperando esa noche. Nos reunimos para celebrar su nacimiento con aquellas
personas que apreciamos y queremos. No hace falta un menú digno del restaurante más caro ni un
protocolo que te exija agotarte y que no puedas disfrutar de la noche. Jesús no quiere nada. Él nació
en un pesebre de la forma más humilde posible. Y eso que era el hijo del mismísimo Dios. ¿Por qué
no nos olvidamos de esos lujos y ornatos innecesarios?

Jesús te brinda esa noche una nueva oportunidad para que acudas a su Casa: la celebración de la
Víspera de la Navidad. Todos nos reunimos alegres en el Señor, felicitándonos por sabernos y
reconocernos como cristianos, hijos de Dios. Él quiere que compartas esas sensaciones con los
demás en su propio templo. Quiere que te des a Él para que el Espíritu Santo brinde contigo y te
colme de dones. Imagina esto por un momento: es el cumpleaños de tu padre. Todos os reunís en
una gran celebración pero no le invitáis ni acudís a su casa para felicitarle. ¿Sería normal? ¿Cómo
se sentiría? Pues piensa que Dios puede sentirse así. Él te está esperando en su casa esa noche.
Acude a su llamada y serás más feliz por encontrarte con el verdadero anfitrión.

¡Feliz Navidad Hermano!

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